FRENTE AL CUERPO DE FRANCISCO, SACERDOTES DE CELAYA
- Diócesis de Celaya
- hace 3 días
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Despojado de cualquier símbolo de poder, no más que con un rosario entre sus manos, y a ras del piso...
Venidos de todo el mundo, chicos y grandes, católicos comprometidos, cristianos simpatizantes de lo que fue la figura del Papa, y personas de otras tantas denominaciones religiosas, se congregaron a lo largo de la Octava de Pascua en la plaza de san Pedro, para poder entrar a dar su respeto, homenaje y veneración, a los restos mortales del Papa Francisco.

El padre David y un servidor, acudimos el jueves 24 de abril a presentar nuestras oraciones y las de nuestra diócesis de Celaya, en medio de un ambiente en el que se mezclaban muchos sentimientos: tristeza, agradecimiento, esperanza...Han sido miles y miles los que pasan delante del ataúd que contiene su cuerpo amortajado y honrado conforme a las mismas modificaciones que él mismo hizo del Orden de las exequias de los Romanos Pontífices, en cuya esencia se encuentra, la de mostrar y exponer, no a un hombre poderoso cual si fuere un monarca absoluto o intocable, sino más bien, al pastor de la Iglesia, con toda la sencillez posible, despojado de cualquier símbolo de poder, no más que con un rosario entre sus manos, y a ras del piso, metido en su ataúd. Así como Cristo murió despojado incluso de su forma humana, así el Papa en adelante estará llamado, como el mismo Señor, a acentuar este propio despojamiento de sí, entregado por completo al servicio de sus hermanos hasta el desgaste completo, sin sentir pena de mostrar su debilidad, enfermedad y dolor.
Un Papa cada vez más humano como sólo Cristo lo pudo ser, y como lo necesitamos en este tiempo. Es así como la esencia de las modificaciones que el Papa Francisco hizo a las exequias pontificales tienen todo este trasfondo, que pudimos constatar muy bien en su vida a lo largo de su batalla espiritual, intercediendo incansablemente por la paz en el mundo, y contra esos males que aquejan a nuestra comunidad eclesial como lo es la acedia, el clericalismo y el funcionalismo; pero también, en sus batallas físicas contra la propia debilidad, la enfermedad, los distintos obstáculos que le impedían caminar y hasta hablar, pero que nunca le frenaron en el estar siempre con todos y para todos hasta el último momento.
Grandes ejemplos nos deja el Papa Francisco que incluso, en el silencio de sus restos, mortaja y sepulcro, nos sigue hablando y enseñando sobre la humildad y la entera libertad con las que debemos servir a Dios hasta el final de nuestros días.
Por: Pbro. José Natanael Torres García, Estudiante de Derecho Canónico en Roma.
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